viernes, 28 de agosto de 2009

Nuevo disco de Bebe

Ya era hora eh???

Lo bueno siempre se hace rogar…

Os acordáis de esta ración de autoestima??? se la dedico a todas las mujeres que  aún no se atreven a “pensar con su mano”,  a las que no saben, a las que no se lo permiten y también a  todas las que saben disfrutar con su cuerpo, las que lo viven en libertad y saben, además transmitirlo.

 

Cuando Bebe sacó este disco, llevaba casi un año viviendo en Gijón. De repente se abrió todo un mundo fuera de horarios familiares, vivía con mi hermana, tenía un trabajo por horas que completaba con chollos que conseguía. Acababa de llegar a una independencia económica, espacial y temporal… vamos que hacía lo que me daba la gana sin dar explicaciones a nadie.

Mi primer verano en Gijón fue el mejor, el más sorprendente, el más vívido, el más alegre y el más doloroso también. Iba en bici a todos las esquinas de Gijón. Salía de noche con 10 euros en la cartera porque era lo máximo que podía gastarme si quería llegar a fin de mes. Una noche me llamó mi hermana que fuera a buscar la bici que había dejado candada en el centro, fui a buscarla. Era una de esas noches de julio de calor, iba sin chaqueta, en pantalones cortos y camiseta. Al recoger la bici me llegó un olor a salitre y bajé a la playa, con bici y todo, a respirar el mar, el silencio de aquella noche en la que no había un alma por Gijón y descubrí uno de los innumerables secretos que esta ciudad, que para mí es mágica, uno de esos secretos que no tienen nombre, sólo olor a mar y a salitre, uno de esos secretos, hecho de silencio y de mar en calma.

En una ciudad que es como un pueblo que une muchos pueblos, que acoge a los vienen de fuera como si hubieran nacido aquí siempre, que puedes recorrer a pie y que esconde tantos secretos y tantas historias que creo que nunca acabaré de conocer Gijón de verdad.

También llegó uno de mis grandes dolores de la vida del que no me apetece hablar, pero que curé gracias a esos paseos por la playa cuando no hay nadie y te quedas a solas con el mar y con las cosas que no se dicen porque nunca sabes cómo decirlas, a veces parece que sólo puedes hablar con el mar y que él es el único que puede entenderte. Esos dolores también los curé con Bebe y cada vez que escucho esta canción se me ponen los pelos de punta, me llega aquel olor a mar en el aire, aquella sensación de vivir en el presente, de un día para otro, improvisando, experimentando, sin preocuparte si has hecho la cama y agitando la ropa de trabajar al aire, de camino al trabajo, para que se seque del todo porque siempre andas a la gresca con la lavadora.

Vamos, que fue una de las mejores épocas de mi vida.

jueves, 27 de agosto de 2009

Estrenos de películas para el otoño.

 

Primero ésta, Infectados que promete bastante….

 

Ésta para desdramatizar y “desmadratizar” también…

Un thriller español de una familia sicótica….

Ésta que me niego a ver… pero no quiero ser censora…

 

 

 

Ésta que va de las cosas que tiene de ser del “partido” y ser adolescente…

 

Ésta que es bastante realista….

Una de judíos y nazis…

Bueno es un avance de los estrenos, para mi gusto, las más interesantes la de Infectados y Eloïse, como la canción de Tino Casal y Resistencia.

martes, 25 de agosto de 2009

Otro adelanto cinéfilo-friki

En diciembre… no me gusta mucho el director pero la peli tiene buena pinta eh?? si eres friki y esas cosas… ais

domingo, 23 de agosto de 2009

La caza de Gollum

¡última noticia!. Un grupo de aficionados han grabado un corto basado en los escritos de J.R.Tolkien sobre Gollum¡¡¡

 

http://neocinetv.blogspot.com/2009/05/hunt-for-gollum-pelicula-completa-con.html

Aquí podéis verla entera, dura 38 minutos, espero que os guste tanto como a mí¡¡¡

Después de verla fui a ponerme otra vez La comunidad del Anillo…

viernes, 21 de agosto de 2009

Ben X. Héroe de videojuego. Adolescente con problemas en “la vida real”.

Ésta es una pequeña joya que encontré en el videoclub… en España pasó de manera desapercibida  por no ser una peli de las de  consumo barato. Trata un tema peliagudo, el del acoso escolar, en concreto a un chico con síndrome de Asperger, algo cercano al autismo. Os la recomiendo.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Amir y el Mar

Os voy a contar un secreto: encontré mi disco duro donde tenía todo lo que había escrito estos años, qué cosas…

Este relato lo escribí al poco tiempo de llegar a Gijón, después de trabajar durante un día y medio en una ludoteca de unas jornadas que se celebraron en Gijón. Las jornadas duraron un día y medio, teníamos 30 niños y niñas a nuestro cargo, éramos siete monitoras y sólo resonaba un nombre en todo el recinto…¡Amir! Ven aquí¡¡¡ deja a los demás en paz¡¡¡ no te metas con los mayores que te van a canear¡¡¡ ufff el día y medio así… Este relato está inspirado en él y un poco en la política social… espero que os guste…

ciudadanosdelmundo2

 

Somos distintos,

somos iguales,

pero en la calle nadie lo sabe…

(Celtas cortos)

AMIR Y EL MAR

Se ha quedado una silla vacía en la mesa en la que me siento en el comedor del cole. La ocupaba Amir, pero hace unos días que ya no viene. Estoy pensando en preguntarle a la seño Mar, que es muy amiga de Amir, qué es lo que le pasa. Podría preguntárselo a la seño Rosa, que es la maestra de Amir, pero no me gusta. No habla casi con los niños, y, cuando lo hace, parece que está fastidiada. La última vez que la vi reñir a Amir, vino corriendo a nuestra mesa en el comedor, y le apartó la cuchara, justo cuando iba a metérsela con un trozo de chorizo. Amir se asustó tanto que comenzó a hablar:

- ¡No hice nada seño! ¡De verdad! ¡Sólo estaba comiendo!

E iba a proseguir diciendo cosas pero la seño Rosa le cortó.

- Sigue comiendo Amir ¡en este colegio nadie hace nada bien!

Y se fue hacia la cocina muy enfadada.

El trozo de chorizo se quedó en la servilleta, apartado, ¿estaría malo? Y aquella vez también se lo pregunté a la seño Mar.

Nos contó en clase que Amir era musulmán, mientras escribía esa palabreja tan rara en la pizarra. Y que los musulmanes creían en un dios que se llamaba Alá que les prohibía comer carne de cerdo. También nos contó que no tenían Navidades ¡ni Reyes Magos! y pensé que era una religión un poco aburrida.

Amir es un chico un poco inquieto, eso dicen las seños. Cuando se aburre en su clase se escapa y se mete en la de los demás. El día que llegó nueva la seño Mar, se coló en nuestra clase y se puso a correr entre las mesas. Nosotros empezamos a reírnos y a gritar. La seño Mar se quedó esperando hasta que Amir pasó a su lado y consiguió sujetarlo por un brazo. No le riñó ni nada, sólo le preguntó “¿Cómo te llamas?” y Amir gritó su nombre. Luego apareció la seño Rosa y se lo llevó.

Al rato, Amir volvió a entrar, pero esta vez no corrió entre las mesas, sino que se dirigió directamente a la seño Mar. Y fue muy gracioso: Amir se puso de puntillas porque es muy bajito, sólo tiene cinco años, para hablar con la seño Mar que es alta y su pelo tiene el color del mazapán.

- ¡No me has dicho tu nombre! ¡No me has dicho tu nombre! – así millones de veces y nosotros le coreábamos.

- ¡Se llama Mar! ¡Se llama Mar! – lo decíamos cada vez que preguntaba. La seño Mar lo cogió por un brazo y se lo llevó a su clase pidiéndole “¡Por Dios!” que se callara de una vez.

Mar nunca se enfada con él, bueno, casi nunca. En el patio del cole, cuando nos cuida Mar, Amir se dedica a dar vueltas corriendo alrededor suyo, sin parar y siempre diciéndole lo mismo.

- ¡No puedes llamarte Mar! ¡Mar es el nombre del mar!

Mar se ríe mucho con él.

- ¡No tienes los ojos azules ni pescados en la barriga!

Mar intenta no hacerle caso, pero entonces, Amir se le acerca y le lame la mano.

- ¡Y no sabes a sal! ¡No puedes llamarte Mar!

Entonces la seño sí que se mosquea un poco y se pone seria, pero Amir ya está corriendo para esconderse en los columpios.

Cuando acabe el recreo le preguntaré a la seño si Amir está malo. O igual ha pasado algo en su casa, porque el último día que lo vi vino su padre a buscarlo, y no su mamá, que siempre venía con una bolsa con pantalones limpios, porque Amir se mea muchas veces. La seño Rosa siempre dice que Amir se mea porque “Tiene siempre tanto que jugar, y tanto que correr, que no tiene tiempo de ir al baño”. Aquel día reconocí a su padre porque era muy moreno, como Amir, y porque pronunciaba raro. Amir me había contado que en su casa hablaban en marroquí, que es como el árabe, o algo así, y que su papá siempre le hablaba en ese idioma, menos cuando había otra gente delante, entonces hablaba en español y Amir no le entendía nada.

- Yo sé hablar en marroquí y en español. Mira…

Y entonces decía cosas que no entendía, como si aspirara las palabras. Su padre no hablaba como si las aspirara, sino como si se le atragantaran y no quisieran salir de su boca, y era muy difícil saber lo que decía.

Y luego, Amir ya no volvió más.

Ahora el patio está muy tranquilo porque ya no está él corriendo por todos lados y gritándole a las seños.

Ya ha sonado la campana que avisa para volver a clase y nos colocamos en nuestros sitios. La seño Mar coge al primero de la mano y dirige la fila. Aquella tarde tocaba hacer sumas y restas, pero antes que empiece le pregunto qué es lo que le pasa a Amir. La seño deja la tiza en la pizarra y se sienta en su silla.

Nos cuenta que Amir se ha vuelto a Marruecos, que a su papá no le dejaban estar aquí y que se había ido toda la familia.

- ¿Es que su papá es malo? – me extraña mucho porque aparte de hablar raro, parece un papá como los demás, un poco más moreno, pero mi mamá dice que en África hace mucho sol y que por eso todos los que vienen de allí tienen la piel tan oscura.

- No. Lo que pasa es que necesitan un permiso para estar aquí y no lo tienen.

- ¿Y por qué no lo pide? Cuando necesito ir al baño, pido permiso y me lo dan siempre.

La seño Mar se ríe.

- Con las personas mayores los permisos no funcionan así, es más difícil.

No lo entiendo. Mi padre nunca pide permiso para hacer nada y no sabía que los mayores también necesitaban que les dejasen hacer las cosas. La seño Mar nos dice que no nos preocupemos por Amir, aunque es raro, su mirada parece muy triste, se parece a la de mi hermana Ana, que es más pequeña que yo y mira de la misma manera cuando le duele la barriga. Dice  que Amir estará bien, que irá a otro cole y que seguirá jugando y gritando mucho.

Yo sigo pensando en por qué los mayores necesitan tener permiso para que puedan vivir  donde les dé la gana, por culpa de eso, Amir ya no está en mi cole y las clases son muy aburridas sin que un niño gritón venga y se cuele para gritar y revolucionar al resto.

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martes, 18 de agosto de 2009

El Ángel de la siete.

Este relato lo escribí hace tres años,  después de haber trabajado en una panadería industrial de la que no voy a decir su nombre. Es un borrador, tendrá alguna falta pero si me pongo a corregir seguro que acabaría por cambiar el relato entero …Espero que os guste.

Me gustaba pensar que era un ángel. Un ángel somnoliento que entraba a las siete de la mañana a trabajar. Cruzaba la sección de la fábrica en la que yo trabajaba, susurraba un minúsculo “buenos días” al aire más que a nosotros y desaparecía por la puerta que daba al ascensor.

Al principio creía que era una desagradable, pero me di cuenta de que simplemente, llegaba dormida. Y hasta las diez no hablaba con nadie.

No sé por qué se había metido en la cabeza que era un ángel. Iba vestida de blanco, pero como el resto de los trabajadores, yo también llevaba el uniforme reglamentario y sólo era eso, un uniforme. Pero me gustaba pensar que bajaba directamente desde el cielo, después de una noche hablando con Dios sobre los misterios humanos y divinos y venía a la fábrica para hacer también cosas terrenales para aprender más sobre los seres humanos. A la hora del cigarro me sentaba a su lado en la sala de descanso, y hablábamos de nuestros trabajos, tampoco había mucho de que comentar, todo era muy mecánico, todos los días hacíamos las mismas cosas. Me gustaba charlar con ella sobre todo cuando aún no estaba del todo despierta y sus ojillos aún luchaban por estar abiertos. El humo del tabaco decoraba la sala y siempre me quedaba con ganas de invitarla a tomar un café al salir del trabajo, pero me daba miedo. Aunque no sabía si temía más que me dijera que no o que me dijera que sí.

El tiempo no pasaba de la misma manera en la fábrica, todo se alargaba, se fusionaba, las horas perdían su ritmo. Las primeras pasaban muy rápido, casi sin darnos cuenta pero los últimos minutos del turno se alargaban en el infinito, y mis compañeros y yo nos impacientábamos mirando el reloj que, de repente, parecía que había frenado su minutero.

Todo era blanco en la fábrica, las paredes, las máquinas, los instrumentos de trabajo, nuestros uniformes e incluso lo que comíamos.

La suciedad se notaba más ante tanta pulcritud e intentábamos mantenerlo todo barrido y recogido. El encargado insistía con eso. Decía que luego el jefe le montaba la bronca a él. El caso es que nunca nadie había visto al jefe, nadie sabía ni cómo se llamaba, sólo era alguien que de vez en cuando daba órdenes muy concretas, pero éstas llegaban a través del encargado.

No sabía si me gustaba trabajar allí, mis compañeros eran amables pero había muchas cosas que hacer y no podía hablar mucho con ellos. Luego aparecía más gente en los siguientes turnos, pero sólo esperaba, atenta, la entrada de Isabel, que ya la había bautizado como “el ángel de las siete”.

Un día se le cayeron unas cajas que llevaba en un carro con ruedas. Yo estaba preparando unas cajas, y sentí un estruendo. Ante el temor de que alguien se hubiera hecho daño salí corriendo al pasillo, y allí me encontré a Isabel, al lado de las cajas esparcidas por el suelo, con la mano en la boca con cara de susto, mirando el suelo sembrado de cajas. Le pregunté si se había hecho daño y negó con la cabeza sin alterar su cara ni su gesto, y me eché a reír.

- Tranquila, se te podían haber caído más, aún quedan unas pocas en el carro.-

Y la ayudé a devolver las cajas a su sitio.

Con el tiempo, me acostumbré al ritmo de trabajo, y dejaron de dolerme la espalda y los pies. Las cosas dejaron de pesar tanto y todo lo hacía muy deprisa y muy bien, aunque salía tan agotada que sólo pensaba en volver a casa y dormir, pero empecé a sentirme extraña, como si el tiempo no pasara dentro de la fábrica, y lo de fuera no existiera.

Al terminar mi turno me cambiaba de ropa, salía por la puerta... y sólo dormía. Un día, colocando unas cajas, me di cuenta de que ya no recordaba cómo era mi casa, ni qué hacía en ella, ni quiénes eran mi familia y mis amigos. En el descanso salí disimuladamente a la calle. El exterior era el mismo, las otras fábricas enfrente, los coches pasando... pero nada existía fuera del polígono, sólo se veía una bruma que desdibujaba los contornos de las montañas y de los pueblos cercanos.

Al terminar el turno me propuse que no me quedaría dormida nada más entrar en el coche de mi compañera Arian. Pero con sólo sentarme se me cerraban los ojos y no conseguía llegar a la salida del polígono sin dormirme.

Tenía que levantarme muy temprano y cuando ya sentía el frío de la noche, estaba sentada, de nuevo, en el coche de Arian de vuelta al trabajo. Recordaba que había estado en casa, que había comido y que había visto la tele, pero no recordaba ningún detalle especial. Le pregunté a Arian qué día era.

-Miércoles, sólo quedan tres días para volver al fin de semana.-

Le pregunté qué era lo que había hecho el anterior y me relató cosas que me daba la sensación de que ya había escuchado una y otra vez. Lo que me asustó es que de mi fin de semana sólo recordaba que había dormido, nada más.

Todo aquello era muy extraño, tenía la sensación de que mis compañeros hablaban siempre de lo mismo, que a Arian se le caía la misma hilera de cajas todos los días, en el mismo punto, en el mismo lugar y que Javier, el encargado nos ordenaba una y otra vez hacer las mismas cosas. Sólo ocurrían cosas cuando estaba Isabel, sólo ella me contaba cosas diferentes y sólo a ella, también hacía cosas diferentes.

Un día le propuse subir a ver su sección de la fábrica.

- ¿Me la enseñas? solo conozco mi sección y esto tiene pinta de ser muy grande.

Ella asintió, bostezando, acababa de llegar y estaba apurando un cigarro antes de entrar en su turno.

- Cuando quieras. Coges el ascensor o subes por las escaleras. Así me echas una mano.

Asentí con la cabeza. Aquel día, a pesar de tener mucho sueño, me quedé al terminar.

Me dirigí al ascensor, estaba abierto. Era enorme y era lo primero que veía en la fábrica que no era blanco, al contrario, era oscuro y viejo.

Había unas escaleras, al lado del ascensor, pero tampoco me inspiraban mucha seguridad. Entré en el ascensor. Sólo había dos botones y pulsé el del primer piso, el cajón se elevó emitiendo un sonido extraño y llegué, casi de inmediato. Al abrir la puerta, sólo se podía ver una extraña luminosidad, no podía ver el suelo, y sólo se veía un largo pasillo sin ninguna puerta. Un poco asustada, salí del ascensor y comencé a andar.

La luz me envolvía y me molestaba en los ojos, pero el pasillo no se terminaba nunca. Lancé un inseguro “hola” que se quedó flotando en la luminosidad y que no fue respondido. Llamé a Isabel varias veces pero tampoco nadie respondió, ni nadie apareció. Di la vuelta, buscando el ascensor de nuevo, y caminé y caminé. Estaba muy nerviosa y mi corazón latía a gran velocidad, eché a correr en dirección al ascensor, pero no llegaba a ningún sitio y me desplomé, sudorosa y agotada. Grité. Grité tanto que me quedé ronca. No comprendía nada de lo que ocurría, parecía un mal sueño o una pesadilla.

Pasaron las horas, sin que nadie apareciera en aquel pasillo, la luz me desorientaba y desconcertaba y me quedé amodorrada. Cuando desperté, estaba en el coche de Arian, camino de la fábrica. Iba hablando, como siempre, de platos de cocina y de guisos. Yo me estiré súbitamente ¡aquello no podía estar ocurriendo¡ Acababa de terminar un turno, ¿Y volvía de nuevo a la fábrica? Mi cara de extrañeza no atrajo la atención de Arian, de hecho parecía que aquella conversación era exactamente que la del día anterior, y la del anterior del anterior.

No sabía qué pensar, y mientras apuraba un cigarro antes de entrar de nuevo a trabajar, busqué una aspirina en mi taquilla.

Isabel, entró como siempre a las siete, bostezando. No dejé de mirar el reloj, hasta las nueve no bajaría a la sala de descanso y tenía que preguntarle si me había esperado el día anterior para que subiera al primer piso.

Apenas prestaba atención a mi trabajo, y Javier, tan perfeccionista y escrupuloso no me llamó la atención en ningún momento. Cuando apareció Isabel, la seguí. Aún me quedaban tareas que hacer antes de que pudiera ir a la sala de descanso, pero no podía dejar que pasara aquella oportunidad para hablar con ella.

Yo también encendí un cigarro y le pregunté. Me negaba a pensar que aquello hubiera sido una pesadilla, había sido todo tan real, y tenía constancia de que había mantenido aquella conversación con Isabel.

- Sí, te dije que cuando quisieras.-

- Pues, ayer subí y no encontré ninguna sala en el primer piso.-

Se extrañó.

-¿Seguro que no fuiste al segundo piso? En el primer llegas a una sala, no hay pasillos, sólo es una gran sala en la que ya está todo. Y ahora que lo pienso en el segundo piso está la sala de máquinas y un trastero.

- Volveré a subir hoy.

Ella asintió y se fue.

Volví a mi trabajo y al acabar de nuevo mi turno, subí de nuevo al ascensor. El cuerpo me temblaba, la única explicación a todo aquello era que hubiera sido una pesadilla pero estaban pasando cosas muy raras y necesitaba encontrarle un sentido a todo aquello. La puerta del ascensor se cerró, y subí y de nuevo aquel odioso pasillo blanco y sin fin. Pulsé el botón del bajo y aparecí en mi conocida sección. Salí y miré las escaleras, y comencé a subir. Había muchos descansos y subí... y subí... y seguí subiendo... y no apareció ningún piso. Me senté un segundo y bajé corriendo sin mirar atrás y suplicando mentalmente que apareciera el piso bajo. Después de que me parara un par de veces, llegué al bajo y me dirigí sin mirar a nadie al vestuario, cubierta de sudor. Nadie me dijo nada. Me vestí a toda prisa y salí en busca de aire de fresco... cuando abrí la puerta, no había nada. Ni calle, ni edificios ni nada... sólo una bruma como la del pasillo. Asustada, intenté dar un paso pero no conseguía ver las escaleras. Y volví a entrar en mi sección. Las máquinas habían parado y no había nadie tampoco. Busqué a Javier en su oficina. Caminé por todas las salas y los almacenes. Grité y aullé pero no había nadie. Me senté en un pasillo y escondí la cabeza entre las rodillas, quería irme a casa y dormir. El pasillo en el que estaba sentada se encontraba continuo al ascensor y un ruido procedió de allí. Me levanté esperando que el alguien que apareciera me explicara lo que estaba ocurriendo, dónde estaban todos, y por qué no se veía la calle.

El ángel de las siete salió, con su cara de sueño, sonrió levemente y pasó a mi lado, sin extrañarse por no ver a nadie y se dirigió a la sala de descanso. La seguí, y le hice millones de preguntas, mientras caminaba a su lado. Ella no aminoró su marcha ni realizó ningún gesto. Sacó su paquete de tabaco y encendió un cigarro. Me tendió uno.

- ¿Has visto todo eso y no sabes lo que te ocurre?-

La cabeza me daba vueltas y comenzaba a marearme. Isabel se sentó frente a mí y acercó sus ojos a los míos.

- ¿De verdad no sabes que lo que estás pasando?-

Pero sólo podía ver sus ojos clavándose en los míos. Cómo su mirada abarcaba la mía, como de repente, me zambullía en aquellos oscuros ojos y recordaba cómo había llegado a aquella fábrica, cómo me había enamorado de Isabel y cómo la había amado durante aquellos años, ella trabajando en el primer piso y yo en el bajo. Cómo nos robábamos besos en el vestuario, nuestra primera discusión, la primera vez y todas las veces que hicimos el amor en mi casa, cuando la esperaba a que terminara su turno, cómo me despertaba y me echaba a empujones de la cama, de noche, para que me fuera a trabajar y yo me hacía la remolona... Y el accidente en aquella carretera que bordeaba un acantilado, cómo el coche se hundía, se llenaba de agua, y ninguna de las dos había conseguido salir. Ella había muerto unos instantes antes que yo. Y sólo recordaba aquella mirada, triste y profunda antes de cerrar mis ojos.

Me eché a llorar, confundida. Todo era como una enorme pesadilla y la abracé y recordé todo aquello.

Luego ella me secó las lágrimas y me acarició el pelo.

- Llevo una eternidad esperando a que te acordaras de todo, pero no querías dejar la vida y recreaste la vida que llevabas.

- Pero... no te recordé hasta ahora.-

El ángel de las siete se encogió de hombros.

- Volviste al momento que quisiste de tu vida, no sé por qué volviste a éste. No hay explicaciones para todo.

- Pero entonces ¿Qué somos? ¿Dónde estamos?.

El ángel de las siete sonrió

- Esto es para ti el cielo, por lo menos antes de saber que eres un ángel y que podemos construir nuestro propio mundo. Simplemente no querías morir y tuve que esperar a que te dieras cuenta, a que lo asumieras, supongo que tenías miedo de que no volviéramos a vernos, o no querías dejar las cosas así. Pero morimos aquel día, Bea. –

Hasta aquel momento no había recordado cuál era mi nombre. Y lo entendí todo.

- Luego las cosas comenzaron a difuminarse porque no puedes vivir eternamente en el mismo momento, y te diste cuenta...- El ángel de las siete suspiró y me besó en la mejilla.

- Has tardado tanto...-

- Pero ahora estoy aquí.-

Ella sonrió.

- Sí y tenemos todo el tiempo del mundo, somos ángeles-

Y sonreí mientras me cogía de la mano y salíamos al exterior y caminábamos en medio de la nada. A nuestras espaldas la fábrica fue alejándose poco a poco, desapareciendo en aquella luminosidad que ya no me daba miedo.

Caminando la besé y le susurré al oído.

- Nunca dudé que fueras un ángel, ni siquiera cuando estábamos vivas.-

Y ella me sonrió con aquella cara somnolienta que no se le quitaba ni aún siendo un ángel de verdad.

bruma

domingo, 16 de agosto de 2009

Escapada de finde

Las fotos llegan calentitas. Este finde nos fuimos al camping de Taurán, a tres kilómetros de Luarca. Estrenamos una tienda de esas que se lanzan y ya vienen montadas. Tardamos exactamente 10 minutos en montarla, pero para desmontarla tardamos algo más hasta que dimos el truco para hacer que se doblara…

Las vistas son de la playa que hay justo debajo del camping, se tarda cinco minutos andando y es tranquila, sin olas y sin arena, es de piedras, pero relaja mogollón. Desde la parcela que nos tocó del camping se veía el mar y se escuchaba por la noche… muy romántico…

Fuimos con Su y Vero que   salen en las fotucas también. Lo pasamos muy bien, aunque no hiciera sol, pero cuando estás en buena compañía, todo lo demás es …. inverosímil, como decía una amiga mía jjajajaa.

Descubrimos unas piedras que escondían un misterio,  no sabíamos cual. Eran dos, una con el dibujo de un camello y otra con la de un pulpo,  Y la pregunta era:

¿Habría sido un tipo de Homo Sapiens muy antiguo? ¿O algún Homo Erectus?. La respuesta no era ningún tipo de Homo, sino más bien de Mulier, tipo Mulier Intelligentis, un tipo que ha existido durante todas las épocas de la Historia del Ser Humano pero que rara vez la “Historia del Hombre” cuenta. En concreto fueron pintadas por mi amiga Su, mulier intelligentis de las de verdad…Os dejo con su arte.

Taurán (Agosto 09) 051

Taurán (Agosto 09) 054Taurán (Agosto 09) 055Taurán (Agosto 09) 053

miércoles, 12 de agosto de 2009

Nocturna

Ahí va, todo un tráiler para presentar la 1ª parte de esta trilogía de Guillermo del Toro y Chuck Hogan.  Terminé de leerlo la semana  pasada y mola. Vampiros del siglo XXI, desde un planteamiento posterior al ataque terrorista de las Torres Gemelas, con el peligro de contagio de manera vírico,  muy parecido a lo que está ocurriendo ahora con la Gripe A. Merece la pena tanto si te gusta el género vampírico como si no…

Y luego se va Guillermo del Toro a rodar El hobbit, buaaa, yo quiero ser como él, un friki con todas las de la ley que se puede permitir vivir de serlo , jooo.

De paso cuelgo también el trailer de El laberinto del fauno… sin palabras, sino la habéis visto, vuestra vida está incompleta.

viernes, 7 de agosto de 2009

Victoria Francés.

http://www.victoriafrances.es/

Victoria_Frances_Wallpaper_by_FantomeDeLaMusique

Victoria Francés es una ilustradora valenciana de corte gótico ( o por lo menos los dibujos que hace y los cómics que ilustra sí que lo son). Me encantan sus dibujos, los descubrí por casualidad en una librería… como habréis notado paso mucho tiempo en ellas…

Victoria Francés ha desarrollado todo un merchandising, creo que está bien escrito, sobre sus dibujos… y yo caí¡¡¡ tengo una carpeta, una libreta y un superpóster´, ésta imagen:victoriafrances

que colgaré en mi casita cuando nos mudemos.

lunes, 3 de agosto de 2009

Una canción de hielo y fuego

Guerras, intrigas, políticas… todo un enfrentamiento en un mundo imaginario que te lleva de viaje por los más variopintos lugares. Encontré el primer número en una librería de segunda mano a la que suelo ir desde que empecé la carrera (Sicilia, 1928) ya dedicaré un post a esta librería, y la segunda parte la compré en la Semana Negra.

Su estilo rompe con lo usual en la novela de género fantástico, por ejemplo, de repente, se muere uno de los personajes centrales de la historia, uno de ésos que siempre crees que tendrá mucho que contar y que no puede faltar en el desenlace final… y cuatro páginas más allá, lo  matan en favor de la trama.

Una serie recomendable pero eso sí, o tienes tiempo para leer o muchas horas de sueño perderás…