miércoles, 29 de septiembre de 2010

¡Hay que mojarse!

(Extracto de un poema de Vicente Aleixandre)

No es bueno
quedarse en la orilla
como el malecón o como el molusco que quiere calcáreamente imitar a la roca.
Sino que es puro y sereno arrasarse en la dicha
de fluir y perderse,
encontrándose en el movimiento con que el gran corazón de los hombres palpita extendido.

Entra despacio, como el bañista que, temeroso, con mucho amor y recelo al agua,
introduce primero sus pies en la espuma,
y siente el agua subirle, y ya se atreve, y casi ya se decide.
Y ahora con el agua en la cintura todavía no se confía.
Pero él extiende sus brazos, abre al fin sus dos brazos y se entrega completo.
Y allí fuerte se reconoce, y crece y se lanza,
y avanza y levanta espumas, y salta y confía,
y hiende y late en las aguas vivas, y canta, y es joven.

Vicente Aleixandre
De Historia del corazón.
Editorial Espasa-Calpe.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Mis manos

Hoy me apetece hablar de mis manos. Son como el resto de mi cuerpo, pequeñinas y regordetas. Son más anchas que largas y mis dedos son gruesos, aunque no demasiado. Me gustan mis manos porque saben acariciar y acercarse a  las personas justo en el momento y en la forma en que lo necesitan. Posar la mano en la espalda, para demostrar el cariño y la complicidad. La mano en el brazo para decir ¡Eh que estoy aquí, no te olvides de mí!, abrazar con las manos y con los brazos y por alargamiento, con todo el cuerpo. Las manos son el mejor preludio, la carta de presentación de una persona.

Si tengo las manos metidas en los bolsillos, es que están descansando de una larga jornada de trabajo. Si las muevo, es que necesito reafirmar lo que digo, si las froto una contra otra es que estoy nerviosa, o tengo frío. Si señalo, seguramente estaré explicando algo. Si levanto el pulgar arriba con el puño cerrado significa ¡Vale!.Si tamborileo estoy esperando, si acaricio la superficie de una mesa o de una silla es que estoy pensando a ver si se me ocurre la fórmula perfecta para cambiar el mundo. Si las tengo entrecruzadas es que estoy tranquila.

También me gustan mucho mis manos porque son como las de mi padre, tienen la misma forma pero más pequeñinas. Los mismos pliegues, la misma tendencia a acercarse a los demás.

 

También me gustan porque cuando era pequeña y me agarraba de la mano, la mía se perdía en la suya, parecía que iba a perderla entre sus dedos, desaparecía de mi vista, pero cuando daba un traspiés me sujetaban firmes pero suaves. Las manos de mi padre me gustan porque saben hacer pan, darle la forma perfecta a la masa.Amasan y dan forma a las cosas. Crea donde antes no existía nada. Se mueven con la paciencia del que sabe que el trabajo bien hecho exige tiempo y mimo. Yo también aprendí a amasar pan, dar forma donde no la había, hacer lo mismo que con las palabras, crear, inventar, jugar con las formas y las texturas. Lanzar la masa al aire y recogerla y volver a lanzarla y volver a  recogerla. Y me gusta porque el producto final, es decir, el pan, acaba llegando a otra parte del cuerpo que me gusta mucho, ya no la mía, aunque no tenga nada en contra de ella sino más bien la de los demás; la boca.

Y me gustan mucho las bocas, labios que se aprietan preocupados, sonrisas alegres, carcajadas abiertas en  A, con la ironía de la  E, picaronas  como la I, jocosas como la O, extrañas y poco frecuentes como la U. Bocas que exhalan palabras que no van acompañadas la mirada. Y si la mirada no apoya lo que la boca dice…

Bocas que se preocupan, que te besan, que te prueban…

Bocas que mastican el mundo, que aspiran el humo de un cigarro, que prueban tartas, que suspiran, que besan (aunque también se puede besar con la mirada). Labios gruesos y jugosos que nunca te cansan, labios finos que no muestran todo su poder hasta que los pruebas…labios que de repente se entreabren y enseñan una hilera de dientes que te quitan la respiración…

Pero volviendo a la principio:

Me  gustan mucho mis manos…

amasa

 

Me basta así


Si yo fuera Dios
y tuviese el secreto,
haría
un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
-de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso;
entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día,
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando  -luego-  callas...
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Capítulo 1-II

He decidido crear otro blog sólo para esta historia, porque es muy larga y esas cosas, pero tiene acceso restringido. He mandado invitaciones a Morgana, Su y Susana. Si alguien más está interesada que me mande su correo al mío vale?y la invito. La razón es que estoy viendo que hay muchas publicaciones de literatura fantástica española, que me parece estupendisisisisimo, pero no quiero que nadie se aproveche de este blog y aparezca dentro de unos meses esta historia publicada por alguien que no sea yo ajajajaa que para eso soy la madre de la criatura¡¡¡¡Así que este es el último post sobre Labrys en este blog.

 Les pido a las profesoras, lectoras de afición y vamos todas las que veáis gazapos… que me lo digáis¡¡¡¡¡ no es el primer relato en el que hago desaparecer a un personaje principal así sin más y eso no queda bien…



Poco a poco pudo moverse. Tuvo que aprender a caminar y a sujetar las cosas. El techo y la ventana que veía se convirtió en una amplia choza llena de hierbas aromáticas y una chimenea que calentaba la casa.
La anciana, de nombre Solana, trabajaba por las mañanas en el huerto y atendía a su invitada al caer la tarde. Le masajeaba la espalda y el cuello y limpiaba su piel rasgada por los huesos rotos. Le dolían todas las articulaciones y pronto se agotaba, pero no dejó de empeñarse en volver a caminar y adquirir fuerzas en aquellos brazos que no parecían suyos.
- Me llamo Teresa, soy una cazadora amazona y me caí a las cataratas huyendo de unos orcos.- No era  toda la verdad, pero tampoco era mentira.
Se construyó un arco y unas flechas y comenzó a practicar todos los días, con empeño. Por las tardes ayudaba a la anciana y pronto empezó a cazar pequeños animales en el bosque. Cortaba leña y arreglaba los desperfectos de la choza que la anciana no era capaz de arreglar.
- Si estás pensando en volver a tu mundo, olvídalo. Las cataratas no pueden escalarse. Deberás conocer la historia del Mundo Bajo.
- ¿Para qué?
Aquella era la pregunta que llevaba haciéndose tantos años. Para qué esperaban a una chica que nunca tuvo una casa ni una familia. Para qué esperaban a una mujer en un mundo de Hombres. Para qué esperaban a una persona que tenía tanto miedo a todos los seres a los que se enfrentaba y que no hacía amistad con nadie porque sabía que tarde o temprano acabarían muriendo.
- Debo irme Solana. Encontraré la forma de hacerlo.
Junto con sus escasas ropas, Solana había rescatado su espada y comenzó a practicar con ella también. No conseguía superar aquel cansancio  que la hacía sudar enseguida.
Y así pasaron los meses, recuperándose de sus heridas, al lado de aquella anciana de la que no dudaba que era una bruja, aunque se abstuvo de hacer ningún comentario. Hasta que llegó el día en que comenzó a tallar un nuevo bastón.¿Cuántos llevaba ya? No podía recordarlo, pero sabía que le llevaría tiempo.
Sacó un tajo de un árbol caído en el bosque. Realizó sus rituales de la Diosa y, aprovechando que había llegado el invierno, el frío y la tranquilidad a aquel bosque luminoso, se dispuso a tallarlo.
La anciana no le había quitado el ojo de encima desde que había llegado. La paciencia y la fuerza de aquella chica la habían asombrado. Le había costado mucho salvarla de aquella caída. Muchos rituales y mucha energía. Pero merecía la pena. Era la primera amazona que veía. Una amazona de las leyendas que corrían sobre el Supramundo. Tantos años y ahora se encontraba con esta chica. Sabía que aquel encuentro no era casual y decidió no perderla de vista.
La chica tallaba de noche, a la luz de los rescoldos de la chimenea y aprovechando el sueño de la anciana. No podía desvelar quién era puesto que no sabía cuáles era los poderes que actuaban en el Mundo Bajo y no quería arriesgarse.
Acarició la superficie pulida del bastón. Y comenzó a tallar, un arco y un caballo para el tiempo que estuvo en Insktar y su mente voló, de nuevo, hacia el mar. Talló un anzuelo como el que llevaba colgado en el cuello y le pareció que el olor a salitre le llenaba la nariz. Le pareció sentir el viento marino, el tacto de  la cubierta del barco de Isadora en la planta de sus pies. Reunió sus recién adquiridos dolores con los que le infligió Ikasandra durante su estancia en Abat. Ikasandra, la mujer más dura que ha conocido. Aún le parecía verla, sentada delante de aquel tablero, moviendo fichas y planteándole qué estrategias utilizaría para matar a sus enemigos. Talló una interrogación al lado del anzuelo, y una manzana.
Solana la observaba. Su cuerpo dormía y ella observaba desde el techo, con su espíritu. Sabía que estaba asistiendo a un ritual tan importante como inadvertido, puesto conforme la chica iba tallando, su fuerza y su energía interior iba creciendo y haciéndose más poderosa.
Eres una chica muy interesante, podré viajar a través de ti,  a lugares que nadie de mi tierra ha visto nunca”
Teresa colocó un leño grande en los rescoldos, mientras el calor le acariciaba la cara.
Le parecía ver la cubierta del barco de Isadora. A su tripulación atareada, y a ella misma atando cabos.
Aquella época había sido de tranquilidad. No había piratas en aquellos mares y el lugar al que se dirigían y que ignoraba cuál pudiera ser, parecía tan lejano que nadie se sentía capaz de calcular en cuánto tiempo llegarían. Bárbara aprendió a pescar y a nadar. Isadora la asignó como ayudante de Alba su aprendiz.
-Harás todo lo que te mande Alba hasta que llegues a Abat.
Alba tenía su edad y vestía con un jersei a rayas, como los demás tripulantes, y unos pantalones cortos. La chica la miró de arriba a abajo.
-Tendrás que dejar esa ropa amazona para cuando bajes a tierra, a no ser que quieras coger una pulmonía. –Bárbara carraspeó y Alba sonrió.
-Ven te dejaré ropa mía.
La mujer cogió su piedra de afilar y la pasó lentamente por el cuchillo con el que estaba tallando, tomándose tu tiempo y disfrutando de aquel recuerdo.
Los días en el barco eran trabajo y trabajo. No podía estar un momento quieta puesto que Alba siempre se aseguraba de asignarle un trabajo. Sólo después de cenar, se permitían un respiro y subían a cubierta, si el tiempo lo permitían y se tumbaban a observar las estrellas.
-Isadora me ha pedido que te enseñe las estrellas.
Bárbara miraba el cielo plagado de ellas.
-¿Todas?.-
Alba sonrió a su lado.
-No, tonta, sólo las necesarias para no perderte.
Bárbara sonrió a su vez.
- La primera que tienes que buscar es Moria, la Estrella Muerta. – Alba extendió su mano hacia arriba.-Estamos pasando justo por debajo, es la que parpadea. ¿La ves?.-
Bárbara asintió.
- A la derecha están las gemelas Asir, que se mueven con las estaciones. En primavera están en ….-
Así transcurrían sus noches. Teresa talló una media luna y varios puntos alrededor. Acarició el anzuelo que colgaba de su cuello.
A la llegada a Abat, Alba se mostró muy seria.
-Has llegado, tienes que preguntar por Ikasandra.
Isadora se despidió con el signo de la Diosa, apoyando la palma de la mano en la  frente.
La tripulación también se despidió de ella. Pero Alba no acababa de aparecer y se dispusieron a sus quehaceres. Bárbara se quedó allí de pie, mirando la cubierta del barco mientras volvía a colocarse la espada en el cinto. Por fin se dio la vuelta y se dispuso a adentrarse en el muelle cuando sintió algo en su hombro. Alba había aparecido corriendo. Le tendió una manzana y le dio un anzuelo.
-Son para ti, para que me recuerdes. .-
-No tengo nada que darte.-
Alba sonrió.
-Me has convertido en maestra. Isadora acaba de decirme que alguien que enseña no puede ser aprendiz a la vez. Seré la capitana del barco.
Bárbara abrió los ojos.
-¡Eso es fantástico!. – Se acercó a ella para abrazarla, las dos se miraron y se besaron. Bárbara sonrojada, sonrió y agachó la mirada.
- Vamos cazadora, no me dirás que es la primera vez que besas a alguien….- La mirada que le devolvió la chica hizo que lo entendiera todo. – Pero, pero, ya tendrías que haber pasado los rituales de Beltane, ¡Por la Diosa! ¿De dónde sales?.
-Me llaman Bárbara, que significa la extranjera. Aún no soy una amazona de verdad.
Alba sonrió ante la solemnidad de las palabras de su amiga y volvió a besarla ante la sorpresa de Bárbara.
- Tú tienes un nombre propio y cuando sepas cuál es, nadie se atreverá a llamarte Bárbara.
Una voz desde la cubierta llamó a la recién nombrada capitana de navío.
-Tengo que irme.- Sus manos estaban entrelazadas y Bárbara se negaba a soltarla.
-¿Volveré a verte?-
- Sólo si nuestros destinos están entrecruzados, cazadora. –Y se fue corriendo.
Bárbara se quedó allí, intentando recordar cómo se llamaba la mujer a la que tenía que buscar.

martes, 21 de septiembre de 2010

Labrys (capítulo 1)

Hasta ahora hice un esbozo de lo que sería el prólogo de la historia. Una historia que todavía no tiene título… ya iré pensando a ver cuál puede ser. Comienzo la historia. ¿Preparadas?
Capítulo 1
El frió hormigueaba por su cuerpo. Sentía sus extremidades como si se encontraran en el otro confín del Universo, como si para alargar una mano, tuviera que recorrer un largo camino. No podía moverse, no oía, no olía y no veía. Intentó hablar, salir de aquella cárcel, y por fin un gruñido salió de su garganta reseca. Aunque no veía, un destello tenue de luz predominaba a lo lejos, luchó por llegar allí y por fin, pudo abrir los ojos. Un techo de paja, un agujero por el que se colaba la luz. Volvió a cerrar los ojos y se abandonó al sueño.
Abría los ojos a ratos, el agujero pudo identificarlo como una ventana. Un rostro arrugado se acercó a su cara.

-Todos tus huesos están rotos, así que intenta no moverte.
“  ¡Todos los huesos!¡ Por la Diosa!”
Gruñó, luchando por preguntarle a la anciana quién era y dónde se encontraba.
- Tranquila, es un milagro que sigas viva, así que no tengas tanta prisa.
La mujer realizó unos movimientos con su mano sobre sus ojos y volvió a dormir.
Poco a poco, le costaba menos trabajo seguir despierta. No podía mover su cuerpo, y le comenzó a picar la piel. La mujer le introducía una caña en la boca por la que sorbía sopa caliente y dulce.
-Pronto podré quitarte la escayola. Espero que hayan soldado bien tus huesos.

La mujer hablaba mientras desaparecía de su ángulo de visión. Solo veía aquel techo de paja. ¿Cuánto tiempo había pasado?
Oyó un ruido, como si estuvieran rasgando algo. La anciana movía las manos por encima de ella.
-Te iré quitando la escayola. Sentirás un picor por todo el cuerpo.
Apenas podía aguantar el hormigueo. La mujer la lavó con un trapo, mientras palpaba las articulaciones.
-Tardarás unos días en moverte. Es un milagro, un auténtico milagro.
Y le tapó con una manta.
La anciana comenzó a moverle el cuerpo cada día. Primeros los dedos uno a uno, los brazos, las piernas y el cuello. Le abrió la boca.
Una voz ronca salió.
-¿Dónde estoy?
- En Estiria.- La mujer seguía moviéndole pacientemente las extremidades mientras se las frotaba con un ungüento.
Intentó orientarse. Estiria. Le sonaba a nombre de leyenda, no recordaba ninguna tierra conocida que se llamara así.
La anciana le miró.
-No te esfuerces, estás en el Mundo Bajo. Llegaste a través de las cataratas de Torn. Eres la primera persona que sobrevive a una caída de casi diez kilómetros.
La chica tomó aire y lo expulsó lentamente. Estaba metida en un problema muy grande si había llegado tan lejos.

lunes, 20 de septiembre de 2010

La historia de Labrys (II)

Al día siguiente, una comitiva formada por casi veinte hombres, acompañaron la carreta de Romel.

La niña no recordaba casi nada de aquellos días.

Tensó el arco y apuntó firmemente a la diana. Roan no le quitaba el ojo de encima, y la niña no debía de fallar. Aspiró profundamente y soltó la cuerda. La flecha se clavó a escasos centímetros del centro.

-No está mal. Pero sigues cargando el peso sobre los hombros. Sigue practicando.

Y practicó, durante años, siguió disparando flechas, aprendió a montar a caballo, a cazar en el bosque, a luchar con una espada y con un bastón. Nadie la había vuelto a llamar Naná desde que Roan se la había llevado del castillo del Rey Castor, al que ni siquiera había visto. La llamaban Bárbara, porque no era amazona, no conocía los rituales de la Diosa Libre. Y no se acostumbraba a convivir con mujeres fuertes que no agachaban la mirada ante nadie.

A los doce años había construido su propia cabaña, y participaba en las cenas comunes alrededor de las hogueras, pero soñaba con su hogar y con Romel. Al principio se quedaba todas las noches mirando hacia el bosque, esperando a que el leñador apareciera para llevársela a casa. Lloraba en silencio, pensando en qué era lo que había hecho tan mal para que su padre la hubiera abandonado con aquellos hombres y mujeres salvajes que iban semidesnudos y que la obligaban a vestir aquella falda tan corta y aquel peto de cuero que apenas contenía su cuerpo que estaba empezando a desarrollarse.

- ¡Bárbara!. Siempre eres la última en llegar de la caza.- Roan exigió la pieza que la niña traía.

- Apenas hay caza y la he traído a tiempo.

- Cuando caces orcos, espero que no tardes tanto, o ellos te cazarán a ti.

La niña prosiguió su camino sin decir nada, notando las miradas burlonas de los demás adolescentes. Y las miradas impasibles de los adultos. Sarlan se acercó a Roan.

- Eres demasiado dura con ella. Le exiges el doble que a los demás, dale un respiro, aún le queda mucho camino y apenas habla con nadie.

-Si el inútil del Rey Castor no la hubiera escondido y permitido que llevara una vida de campesina, ahora no tendría que aprender todo esto. Es inaceptable que a los seis años no sepa montar a caballo. Ni que conozca los rituales de la Diosa Libre.

-Roan, se crió con los Hombres. Y sabes que las mujeres no pueden hacer mucho. Si le hubieran enseñado esas cosas, no habría pasado desapercibida, que era de lo que se trataba hasta que la amenaza de la Bruja Asir hubiera pasado. Si la hubiera encontrado, le habría arrancado el corazón antes de que los soldados se hubieran dado cuenta, y no me mires así, aquí no hubiera estado a salvo tampoco.

- Tiene que aprenderlo todo. La guerra llegará pronto y aún no sabemos a todo lo que tenemos que enfrentarnos.

-Aprenderá. Pero no podemos seguir llamándola Bárbara.

- Recibirá otro nombre cuando sea una auténtica amazona.

Roan agachó la cabeza.

- Pronto tendrá que irse, le enseñaré a tallar su bastón.

Sarlan suspiró.

 

-Paciencia Roan, tiene que pasar una prueba muy dura.

Al día siguiente, Roan le pidió a la niña que buscara un árbol caído seco que no estuviera podre, y le enseñó a sacar un bastón entero, de su estatura más una medida.

Le tendió su bastón.

-Mira los dibujos. Cada uno revela una parte de mi entrenamiento, los enemigos abatidos y las batallas que libré.

La niña giró el palo entre sus manos. El bastón estaba tallado de arriba a abajo.

-Un bastón no dura para siempre. Cada vez que pierdas uno, tendrás que hacerte otro y tallarlo todo de nuevo. Cada vez necesitarás más dibujos, y será el símbolo de tu poder y de tu fuerza.

La niña no entendía los dibujos.

-No necesitas saberlo, tu fuerza y tu poder es sólo tuyo. Y los símbolos sólo debes entenderlos tú. Comienza  a tallar.

La niña sacó su cuchillo y giró su bastón entre las manos. Talló un arco y una flecha, un caballo, palitos que asemejaban un bosque. Talló todo lo que había aprendido a hacer en Inkstar.

-¿Has terminado?

-Aún no.- No quería olvidar a Romel. Y después de pensarlo, talló el hacha con el que Romel talaba los árboles, una de doble fijo, enorme, sencilla pero efectiva, igual de afilada por un sitio que por el otro. La talló en el centro del bastón, grande para cubrir el espacio que le faltaba por tallar. Lo hizo con cuidado y, por lo que vio Roan, con mucho afecto.

El semblante d Roan palideció.

-¿Un hacha?.No usamos las hachas en este pueblo.

La niña soplaba para quitar las virutas de la madera.- No es una lección ni un recuerdo de aquí. Dijiste que no tenía que explicar nada.

La mujer asintió.

“Ésta es la primera señal, pronto reclamará su auténtico nombre”

domingo, 19 de septiembre de 2010

Mi primera película en 3D

Esta tarde fui con mi compi Noe a ver Resident Evil Ultratumba, la primera película que veo en 3D. Para quienes no les gusten las películas de zombis, ni las que están basadas en videojuegos, ni las de acción, ni las que tienen unos efectos especiales buenísimos, esta película no les dirá nada. Si además la ves en 3D, las gotas de sangre parecen que caen encima de tu nariz, que cuando Milla Jovovich da un brinco a lo Matrix, se sale de la pantalla y parece que va a caerse en tu regazo… la caña¡¡¡ para repetir¡¡¡¡

Ultratumba es la cuarta película de Resident Evil, con un final abierto por lo que habrá una quinta… a la que tendrán que darle otra vuelta de tuerca, pero ¿sabéis qué? que mientras los zombis asolen el mundo y quieran comerse a los que sigan vivos, seguiré viendo este tipo de películas.

(como siempre, no os la recomiendo, a no ser que seáis un@s frikis empedernid@s)

Aquí podéis ver su site en internet, con fotos, trailers…http://www.sites.sonypicturesreleasing.es/sites/residentevil_site/

residentevil1 residentevil2

domingo, 12 de septiembre de 2010

La historia de Labrys

(Adelanto un prólogo-borrador a la historia de Labris. En la literatura fantástica, se suelen comenzar las novelas con un prólogo en el que se adelanta o explica las circunstancias en las que se va a desarrollar la historia o las de los protagonistas. Es una manera de comenzar a ambientar la historia sin enrollarse mucho. A veces aparece en forma de lectura narración de alguna profecía, visita a un oráculo… un anciano cuenta la historia en flash-back)

-¡Naná!- El grito recorrió el bosque y llegó a oídos de la niña, que intentaba por todos los medios no hacer ruido para que la descubrieran. Aguardó, aunque sabía que aquella voz no admitía esperas.

- ¡Naná! ¡La cena está lista!.-

La niña escuchó más voces llamando a sus amigos.

-¡Oriestes!¡A cenar!.-

-¡Candela! ¡La cena se te va a enfríar!.- Poco a poco, pequeñas figuras fueron saliendo de sus escondites, removiendo los arbustos, bajando súbitamente de los árboles. Naná se había refugiado en el hueco del tronco de un árbol seco y caído hacía muchos años.

-¡Has perdido, Candela!.- Los niños se dirigieron corriendo por la senda en dirección al pueblo.

-¡Mañana seguiremos jugando!- Naná intentaba sobrepasar a sus amigos corriendo y corriendo, riendo y saltando.

-¡Mañana!¡Mañana!- Canturreaban los gemelos Aran y Eran, mientras se restregaban las narices con las mangas de sus camisas raídas.

Naná fue sacándoles la lengua a sus amigos a medida que iban entrando en sus casas. La suya era la última, la más resguardada y la más segura de todo el pueblo.

El hombre avivaba el fuego en la chimenea con un palo.

- Naná, siempre tengo que llamarte. Sabes que tienes prohibido estar en el bosque tan tarde.

La niña se secaba las manos con un trozo de tela.

-Pero Romel, ¡Iba ganando! Erlan nunca es capaz de encontrarme aunque le esté haciendo burla delante de sus narices.

El hombre colocó el puchero directamente encima de la mesa y sirvió el plato de la niña con sus grandes manazas.

- Un día será un orco, o un ogro, o algo peor quien te encuentre y acabarás siendo servida en un puchero como éste. -

La niña comió rápido, intentando aplicarse en las normas de educación que Romel le enseñaba.

Una señorita no puede sorber la sopa haciendo ruido, ni comer con la boca abierta, ni darle vueltas a la carne entre las manos como si fuera un trozo de bosta. estas cosas se las repetía contínuamente. Has de comer como si comieras en compañía de reyes, damas y caballeros. Y la niña reía.

- Nunca he visto a ningún rey, ni a caballeros, ni siquiera a un soldado.

El hombre sonreía.

- Eso no quiere decir que no tengas que estar preparada para vivir en un gran castillo. A la niña no le gustaban esos comentarios.

- no me llevarás a servir a uno ¿verdad? – La angustia de la niña enternecía al hombretón, al que el paso de los años trabajando como leñador y el tiempo que había estado cuidando de aquella niña estaba empezando a ablandarse.

- Si sigues cumpliendo con tus tareas y no pasas tanto tiempo en el bosque, a lo mejor no tienes que ir. –El hombre apretó los labios en un gesto de seriedad.

La niña asintió.

_No quiero ser la sirvienta de una noble estirada.- La niña comía los trozos de queso que el hombre iba cortando cuidadosamente y colocando en su plato.

- Si nunca has visto a ninguna ¿cómo sabes que son estiradas?

-Porque me contaron que a los nobles de niños no los dejan jugar, ni correr por los bosques. Que siempre tienen que sentarse muy tiesos para comer, y que es una falta de educación  el que se note que tienes hambre, aunque sus tripas rujan como leones. Me lo contó Orn.

-Orn debería dedicarse a ser un buen herrero dándole al martillo y no tanto a la lengua. – Anotó mentalmente que tendría que hablar con aquel hombre, para prohibirle hablar así de los nobles. No soportaba a los soldados que no respetaban a sus superiores.

La niña recogió los platos, a duras penas llegaba a la mesa, los limpió y se acostó, mientras Romel revolvía los rescoldos de la chimenea. La niña se acostó en su jergón y se tapó con su vieja manta. El hombre se la colocó y le revolvió el pelo.

- Que la Diosa proteja tu sueño. Que las magas te enseñen los colores de la vida. Que las hadas te cuenten historias alegres para dormir. Que las oscuridad no ahogue tu luz. Que duermas en paz, Naná. – El hombre colocó la palma de la mano en la frente de la niña. Y se dirigió a su jergón.

- Romel.-

- Duerme Naná, mañana tienes que ayudarme con la carreta.

-Solo una pregunta y me dormiré. Los ogros y los orcos no existen ¿verdad? Son sólo cuentos para que nos durmamos y no nos perdamos en el bosque ¿Verdad?

El hombre metió la mano debajo de su jergón y buscó el tacto conocido del cuero de la empuñadura de su espada.

-Ojalá no existieran Naná. Y ahora duérmete por la Diosa, o juro que mañana mismo te llevo a la Baronía a servir.

La niña cerró los ojos, nunca había visto un troll y no quería verlo nunca.

El hombre dejó descansar su mano sobre la empuñadura.

-Ojalá no existieran, Naná- Se dijo para sí- Y ojalá fueras una campesina de verdad. Desearás haberte ido a servir antes de irte a Inkstar. Mañana será el gran día, y no volverás a jugar en el bosque, ni me ayudarás con los árboles nunca más. Y yo dejaré de ser leñador y volveré a ser el capitán Romel, dejaré de ser tu guardián, Naná, sabrás que no soy tu padre y no te gustará. Se permitió que una lágrima rodara por su mejilla. Aún no llegas con los brazos a la mesa y te llevarán a cumplir tu destino Naná.  El hombre suspiró. Y, Naná, sabrás que  en realidad, no te llamas Naná.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Sobre pasar la tarde en la Cuesta del Cholo con las primas o que te enseñen a decir “que no tienes APETITO”

Ja, ja no sé si parece más una historia sobre quedadas con chonis o sobre el encuentro de una familia numerosa para pasar la tarde¡¡¡

En realidad fue un cafetín que nos tomamos Marcelilla y yo en la Cuesta del Cholo (el bar es que se llama así, un nombre muy choni). Las primas eran de esa “familia bolleril” que siempre nos encontramos, por suerte, allá donde vayamos, y lo del APETITO así en mayúsculas, abriendo la boca mucho jajaja… es una lección de repris que me dio Marcelilla para guardar en la recámara y usarlas en esas ocasiones en las que  te invitan a comer algo que no te apetece nada…

Nos pusimos al día, la verdad es que hablar, hablar, lo que se dice hablar tranquilamente, nunca habíamos hablado. Caleyeando es difícil porque estoy pendiente de las mesas, sólo me da tiempo a preguntarle qué tal están, a ella y a MyM, llevarles la comida, aplaudir por su buen gusto para escoger platos y volver al curro, aunque siempre nos da tiempo a echarnos unas risas y cuando no caleyeamos, solo nos reunirnos en ocasiones en las hay mucha gente… como partidos de fútbol, caleyeras us santeras, ver una final de un mundial que a mi ni plin ni plan pero como hay que socializar pues ala… un viaje a Foz divertídísimo…

Y hoy nos sentamos, con un sol prestosín, viendo pasar a las “primas” y hablamos y nos reímos…me preguntó que qué tal estaba…una pregunta que últimamente me cuesta responder, le conté las cosas que me estaban pasando, me contó las cosas que le pasan a ella…en fin que conocí un poco más a esa tía divertida que cuando viene a caleyear  revuelve a camareras, cocineras e incluso client@s  con sus comentarios y sus risas, con sus piropos y sus respuestas. Siempre sonriente y que hace que te rías incluso antes de llegar a la mesa porque sabes que algo va a decir seguro¡¡¡.

Descubrí que también sabe ser muy seria con las cosas de la vida, que sabe escuchar y  alegrarte la tarde contándote cosas y con su manera de hablar… Marcela,  deberías venir con receta médica guapa¡¡¡¡

 

GRACIAS MARCELA¡¡¡¡

chicas (la rubia alta es Marcela…y la morenaza yo¡¡¡ jajajja, un poco más bajita eso sí¡¡)

( Por cierto sigo dándole vueltas al blog…es que con tantas cosas que le puedes poner no me decido¡¡¡)

domingo, 5 de septiembre de 2010

Si me necesitas, llámame

Os la dedico a tod@s, ha sido la frase que más escuchado este mes…

Escucha, cariño
No hay montaña tan alta
Ni valle tan bajo
Ni río tan grande
Si me necesitas, llámame
No importa dónde estés
Ni la distancia
No te preocupes,
Sólo tienes que gritar mi nombre
Y allí estaré en un instante
No tienes de qué preocuparte
[Estribillo]
Porque, cariño,
No hay montaña tan alta
Ni valle tan bajo
Ni río tan grande
Que me impidan llegar a ti
Acuérdate del día
que te dejé marchar
Te dije que siempre podrías contar conmigo
Desde ese día, me hice una promesa
Estaría allí cuando tú me necesitaras
como fuera
[Estribillo]
Ni viento, ni lluvia
Ni el frío del invierno
Nada me puede parar
Porque tú eres mi meta
Si estás en apuros
Llegaré en un instante
Sólo tienes que pedírmelo
Mi amor está vivo
Muy dentro en mi corazón
Aunque estemos separados por muchos kilómetros
Si necesitas una mano amiga
Llegaré en un instante
Tan rápido como pueda
[Estribillo]
Canción: Ain’t No Mountain High Enough
Compositor: Nickolas Ashford/Valerie Simpson
Intérprete: Marvin Gaye y Tammi Terrell