martes, 6 de abril de 2010

… Y llegó la poesía…

Cuando era pequeña, mi madre nos daba a mi hermana el famoso “paguitu” los domingos, para gastárnoslo después de ir a misa. Nos daba cien pesetas a la semana hasta que cumplimos los doce años y luego siguió dándonos doscientas hasta que cumplimos los quince cuando las condiciones mejoraron hasta las mil pesetas a la semana.
Con aquellas cien pesetas hacía milagros. Mi hermana se lo gastaba en chucherías y guardaba una parte en una hucha… pero no me acuerdo para qué era. Yo me gastaba cincuenta pesetas en un tebeo. Era todo un ritual. Iba a la tienda, y mientras mi hermana contaba las gominolas, yo le daba vueltas a la estantería giratoria de los tebeos. A veces era Zipi y Zape, otras Mortadelo y Filemón… algunas cómics americanos… y las otras cincuenta pesetas también las guardaba para comprarme lo que llamábamos “libros de verdad” que costaban un poco más que los tebeos. Estos libros los compraba bajo la supervisión de mi madre para que no comprara libros de adulto, porque según decía ella “te pueden aburrir”. Esta censura duró hasta los doce años, a partir de ése momento, ya no volvieron a controlar lo que leía.
Y un día, llegó. Llamó a la puerta, era una señora. Le dio la mano a mi madre y nos la dio: ¡¡la revista del Círculo de Lectores!. No pretendo hacerle propaganda, pero cuando tienes doce años y te encanta leer, que aparezca una revista así es el sumum. Sobre todo cuando vives en un sitio tan pequeño como Macondo, hace más de quince años y no llegaban aquellos libros al quiosco de Mari, el único comercio de todo Macondo al que podía ir sin pedirle permiso a mi madre. Y no es que Mari no fuera maja, que lo era y mucho, pero sólo pedía libros que se vendían, es decir las colecciones de Arlequín y Jazmín (¡Qué míticos!), los tebeos, y algunos perdidos que compraba de oferta y ésos eran lo que yo compraba.
Le lloré a mi madre por la revista. Y llegamos a un acuerdo. Podía pedir libros que no costaran más de mil quinientas pesetas y si quería alguno que costara más, pondría yo la diferencia . Mi madre no era tacaña porque sí, en aquella época no es que nuestra situación económica fuera muy buena, así que había que ajustar gastos. Y así llegaron a mi casa libros como “La historia interminable”, que leí y releí como cincuenta millones de veces. ¿Os acordáis de Rebeldes de Susan Hinton?. Krabat y el molino del diablo. Mort de Terry Pratchett, la autora de Mundodisco que ahora está tan de moda  y resulta que la mayoría de los libros de Mundodisco llevan escritos más de quince años. También descubrí las novelas juveniles de Jordi Sierra i Fabra, como El joven Lennon, La balada de Siglo XXI, El último verano Miwok, El ciclo de las Tierras". Y al que tuve el placer y el honor de conocer puesto que vino a mi escuela en mi último año.
La biblioteca de mi escuela también fue muy importante. La profe que la llevaba al final me hizo su ayudante. Era un poco vergonzoso porque te arriesgabas a que te llamaran “la enchufada” pero para mi suerte, les daba clase a los más pequeñinos, así que nunca corrí ese riesgo. Me recorrí aquella estanterías durante todos los recreos lluviosos de mis años de escuela. Cuando hacía sol pasaba el tiempo justo para encontrar un buen libro para llevarme a casa, pero cuando llovía, la escuela se convertía en una locura de niños y niñas corriendo y empujándose. El único refugio era la biblioteca y allí iba a leer.
No me acuerdo cómo se llamaba aquella profesora. Sé que después llegó a ser la directora y todo…
Durante esta época, mi madre se hizo amiga de la mujer de un profesor que fue el encargado de traer a escritores a Macondo. Fue el que trajo a Jordi Sierra i Fabra, alentó a los escritores autóctonos, como Chechu García y Pablo Medina y un día me invitó a su casa y allí conocí… el Paraíso… una habitación llena de estanterías, llenas de libros…Al principio me orientaba sobre lo que podía leer. Y luego ya fui por libre. Me dio versiones juveniles de La Odisea y La Ilíada, El vellocino de oro de Robert Graves.  Más sobre Jordi Sierra i Fabra. El hobbit, El señor de los anillos, Louis Cooper con la trilogía de El señor del tiempo, la serie interminable de la Dragonlance,  La saga de Terramar… y un  montón más.. su nombre Severino Antuña, uno de los profesores más odiados primero en la escuela y cuando llegó la ESO, en el instituto… nunca me dio clase …
Mientras mi madre y su mujer hacían cosas de modistas (de aquella mi madre se sacaba un dinerillo con ello y su mujer también) yo  me iba a la habitación de los libros… y le escuchaba hablar… es una de esas personas  que hasta que no pasa un tiempo, no te enteras de lo que te está contando. No sé si conocéis gente así o es que soy la única que me las voy encontrando…
En segundo de bachiller me dio clase una señora muy mayor que se llama Rosa… fue su último curso y luego se jubiló. Nos mandó hacer un trabajo sobre un libro y yo escogí “La historia interminable”, como también me había leído El hobbit y El señor de los anillos, Severino me propuso hacer un trabajo comparativo… lo hice y me gané el sobresaliente más fácil y placentero de mi vida… y por primera vez me acerqué a los libros de fantasía no sólo como asidua lectora, sino como alguien “que sabía” sobre esta temática… ¡guau!¡Qué pasada!
Esta profe también nos mandó escribir un relato, otro sobresaliente y el punto de partida para mis rollos mentales… algún día lo publicaré en un post… es malisísisimo.
… Y luego llegó mi profe especial de literatura… y la poesía…
Al principio, sólo la leía. Leía a los autores españoles y luego los que me iba asesorando mi profesora de griego por aquel entonces, Asunción Hevia, Suni para todo el mundo. Que fue la que  me alentó a escribir poesía. Me daba mucha vergüenza que alguien leyera lo que escribía, pero me decía que sino lo trabajaba nunca mejoraría y eso, con lo exigente que era y que sigue siendo Suni, dice mucho…
Siguió leyendo mis poemas hasta bien entrada la facultad… y aunque hemos perdido aquellos cafés adobados con cientos de cigarrillos, todos los fines de año nos seguimos felicitando en Navidades…
Pero la poesía… la poesía se merece todos los post del mundo…

1 comentario:

Marcela dijo...

qué bonito este paseo por tus lecturas, desde el principio, me emocionó, pancha, porque en algunas cosas coincido contigo, sobre todo en lo de la revista del Círculo, que yo devoraba siempre con mi madre, ayyyy.